He vivido en 28 casas
en diferentes partes. Debido al trabajo de mi papá yo ya a los 9 años había
vivido en 14 casas en distintas partes a lo largo de Chile.
Cada verano íbamos a la
casa de mis abuelitos en Valparaíso, donde también llegaban mis primos. Como la
casa no era muy grande teníamos que acomodarnos y a mí me hacían dormir con mi
prima, pero nos acostaban con las cabeceras opuestas, una a cada lado de la
cama, quedando los pies de mi prima hacia mi cara, así evitaban que siguiéramos
jugando en vez de dormir. Todas las noches mi prima me preguntaba cómo eran los
lugares donde había vivido y yo le contaba en voz baja a la luz de un espanta
cuco como eran estos.
El verano de cuando yo tenía 9 años yo vivía en Petrohue, y al ir a la casa de mis abuelitos en Valparaíso, lo primero que hice fue salir a andar en bicicleta con mi prima, en una sola bicicleta, yo la llevaba a ella y en una curva la calle se volvió muy pendiente y no pudimos controlar la velocidad y chocamos contra un camión estacionado.
Mi prima se golpeó el brazo,
pero a mí me toco lo peor, me rompí el labio y la nariz. Me llevaron a urgencia
y me pusieron puntos en el labio, me hicieron una cirugía en la nariz, la cual
debía ser nuevamente cuando cumpliera los 17 años. Todo ese verano pase con la
cara con parches y no podía hablar. A
pesar del accidente y yo pasar el verano con la cara llena de parches y
comunicándome con señas, mi prima nuevamente en las noches compartiendo la cama
con mi cabeza a sus pies, me preguntaba de cómo era Petrohue. Yo como no podía
hablar, le tome el pie, y le trate de escribir con mi dedo en la planta de su
pie para que ella sintiera las letras, al principio eran puras cosquillas, pero
ella no lo entendía, así que me pidió que en vez de escribir con el dedo le
hiciera el paisaje. Recuerdo que le hice con el dedo arboles alrededor de un
lago y ella lo entendió perfectamente y muy emocionada me iba diciendo lo que
iba interpretando. A la noche siguiente nuevamente sin poder hablar y con los
pies de mi prima en mi cara, me paso un lápiz y me dijo cuéntame mas de
Petrohue, pero esta vez ocupa un lápiz. La idea me pareció genial ya que me
gusta dibujar y de esta manera podía agregar más detalles. Bueno en los
detalles es donde más mi prima estallaba en risas por las cosquillas. Le dibuje
el volcán Osorno, y luego le pedí con señas que mirara el dibujo, y me dijo que
no era necesario que lo viera, y me sorprendió diciendo “ya sé que es un
hermoso volcán, el dibujo es para mostrarlo a los demás, yo no lo necesito ver,
yo ya sentí ese lugar, porque yo sentí tu dibujo”.
Al día siguiente mi prima mostro el
dibujo en su pie a todo el mundo y me ofrecía para que yo dibujara en otros
pies y vivieran la experiencia. Le dibuje mis
demás primos en el pie, a mis hermanos, a las amigas de mi prima, fue tal que
al año siguiente a pesar de que yo ya estaba bien del accidente del año
anterior, mi prima y mi familia querían que les dibujara en el pie los lugares
visitados y esto era algo que yo disfrutaba.
Una vez ya fuera del colegio decidí estudiar arquitectura para controlar mi ansiedad por dibujar, pero no lograba que la gente a parte de ver los dibujos los sintiera. Así que cuando ya llevaba algunos años trabajando como arquitecto en un municipio rural, muy tranquilo, había algo que no me hacía sentirme pleno, y necesitaba viajar, necesitaba dibujar en algún pie. Y cada día que veía que la impresora imprimía los planos, y miraba como dibujaba tan rápido y perfecto, sin errores, pero sin poder salirse de los bordes, sin libertad, me decía a mí mismo “Yo no quiero ser como la impresora, dibujando entre los limites, esto no es lo que quiero”. Hasta que un día fui a la oficina de mi jefe a presentar mi renuncia, el cual me pregunto ¿a dónde vas?, ¿qué harás? Y yo le respondí: “Recorreré el mundo y plasmare lo que vea en dibujos en la planta de los pies de las personas”. Salí de ahí tomando mis lápices, mi mochila y mi cámara 360.
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